en la versión de Richard Wilhelm (1) se lee:
El Porte representa, por una parte, el modo correcto de conducirse. Arriba se halla el Cielo, el padre; abajo el lago, la menor de las hijas. Esto muestra la diferencia entre alto y bajo, una distinción que constituye el fundamento de la compostura, la tranquilidad, el comportamiento correcto en la sociedad. Lü, en el sentido de pisada, significa literalmente: pisar sobre algo. Lo sereno, que es pequeño, pisa sobre lo fuerte que es grande. El movimiento de ambos signos primarios o trigramas se dirige hacia arriba. El que lo fuerte pise lo débil es algo obvio y no encuentra mención especial en el Libro de las Mutaciones. El pisar por parte de lo débil, su porte frente a lo fuerte, no resulta con todo peligroso, pues ocurre con alegre serenidad, sin arrogancia; de este modo lo fuerte no se irrita sino que más bien lo deja hacer, con benevolencia.
EL DICTAMEN
Pisar la cola del tigre.
Este no muerde al hombre. Éxito.
La situación es en verdad difícil. Lo más fuerte y lo más débil se encuentran en contacto directo. Lo débil le pisa los talones a lo fuerte y se entretiene provocándolo. Pero lo fuerte lo deja hacer y no le hace daño alguno, pues el contacto es alegre y nada hiriente. La situación humana es esta: uno tiene que habérselas con personas salvajes, inabordables. En este caso el objetivo deseado se alcanza si en su porte, en su conducta, se atiene uno a las buenas costumbres. Las formas de conductas buenas y gratas conquistan el éxito aun en el caso de enfrentarse con gente irritable.
LA IMAGEN
Arriba el Cielo, abajo el lago: la imagen del Porte.
Así distingue el noble entre alto y bajo
y afirma con ello el sentido del pueblo.
El cielo y el lago revelan una diferencia de altura que se ha producido por sí misma conforme a la naturaleza de ambos; por lo tanto ninguna forma de envidia enturbia esta relación. Así también en el seno de la humanidad tiene que haber diferencias de nivel. Es imposible lograr que la igualdad general sea una realidad. De lo que se trata es que las diferencias de rango en la sociedad humana no sean arbitrarias e injustas, pues de otro modo la envidia y la lucha de clases será consecuencia inevitable. Si, en cambio, las diferencias de rango externas responden a una justificación interior, y si la dignidad interior forma la pauta para el rango externo, reinará la calma entre los hombres y la sociedad logrará el orden.
LAS DIFERENTES LINEAS
Al comienzo un nueve significa:
Porte sencillo. Progreso sin defecto.
Se encuentra uno en una situación en la cual todavía no lo comprometen los deberes del trato. Si se comporta con sencillez, permanecerá libre de compromisos sociales y podrá dedicarse con toda tranquilidad a las inclinaciones de su corazón, puesto que nada exigirá de los hombres y se mostrará contento. Pisar significa no detenerse, sino más bien seguir la marcha. Uno se encuentra en una posición inicial muy insignificante, pero posee la fortaleza interior que garantiza el progreso. Si se conforma con lo sencillo, podrá progresar sin defecto alguno. Cuando alguien no encuentra sosiego a raíz de su condición modesta, pretenderá avanzar y será ambicioso e inquieto; con su comportamiento se empeñará en escapar de su condición inferior, de la pobreza, y no en razón de su deseo de realizar algo. Una vez alcanzada la meta, se volverá con seguridad soberbio y hará ostentación de su prosperidad. De ahí que su progreso adolecerá de defectos. El hombre capaz e inteligente, en cambio, se mostrará contento en su porte sencillo. Sólo desea progresar con el fin de realizar algo. Si de este modo llega a la meta, logrará realizar su obra y todo marchará debidamente.
Nueve en el segundo puesto significa:
Pisar en llana y sencilla vía.
La perseverancia de un hombre oscuro trae ventura.
Se alude aquí a la situación de un sabio solitario. Este se mantiene apartado del bullicio mundanal, no busca nada, no quiere nada de nadie, no se deja encandilar por objetivos seductores. Permanece leal a sí mismo, y así atraviesa la vida recorriendo un camino llano y sin que nadie lo moleste. Como es sobrio y dócil y no desafía al destino, permanece libre de complicaciones.
Seis en el tercer puesto significa:
Un tuerto puede ver, un tullido puede pisar.
Pisa la cola del tigre. Este muerde al hombre. ¡Desventura!
Un guerrero actúa así en bien de su gran príncipe.
Un tuerto ciertamente puede ver, pero su vista no le alcanza para obtener una visión clara. Un tullido ciertamente puede pisar, pero ello no le alcanza para avanzar. Cuando alguien afectado de tales debilidades se tiene no obstante por fuerte, y en consecuencia avanza hacia el peligro, atraerá sobre sí la desgracia, puesto que se embarcará en una empresa que va más allá de sus fuerzas. Esta manera intrépida de embestir sin tener cuenta las propias fuerzas, puede a lo sumo aceptarse cuando se trata de un guerrero que lucha por su gran príncipe.
Nueve en el cuarto puesto significa:
El pisa la cola del tigre.
Cautela y circunspección conducen finalmente a la ventura.
Se trata de una empresa riesgosa. Existe la fuerza interior necesaria para llevarla a cabo. Pero esta fuerza interior se combina hacia afuera con una cautela vacilante, a diferencia del trazo anterior que siendo interiormente débil, arremete sin embargo hacia el exterior. Así, en este caso, queda asegurado el éxito final, que consiste en el hecho de imponer uno su voluntad, vale decir de superar el peligro mediante el recurso de seguir avanzando.
Nueve en el quinto puesto significa:
Porte decidido.
Perseverancia, con conciencia del peligro.
Se trata del regente de todo el signo. Se ve uno forzado a adoptar un porte resuelto, a pisar con decisión. Pero al proceder así debe tenerse siempre presente el peligro que implica semejante porte decidido, sobre todo si uno persevera en ello. Únicamente la conciencia del peligro hace posible el éxito.
Al tope un nueve significa:
Contempla tu porte y examina las señales favorables.
Si todo es perfecto, advendrá una elevada ventura.
La obra llegó a su término. Si se quiere saber si tendrá consecuencias venturosas, contémplense retrospectivamente el propio comportamiento y las consecuencias que ha tenido. Si los efectos fueron buenos, la ventura queda asegurada. Nadie se conoce a sí mismo.
Sólo por las consecuencias de su actuación, por los frutos de las obras, podrá apreciarse cuánto es dable esperar.
Sólo por las consecuencias de su actuación, por los frutos de las obras, podrá apreciarse cuánto es dable esperar.
(1) I Ching - El Libro de las Mutaciones. Ed. Sudamericana 7ma. edición Buenos Aires 1985 - ISBN 950-07-0085-9