Historia del I Ching

Cuenta la leyenda que miles de años atrás (se estima que en 2852-2738 A.c.), antes del nacimiento de la historia escrita, vivió un gran sabio chino de nombre Fu Hsi. Existe la creencia de que Fu Hsi fue el hombre que unificó la China, tornándose así su primer Emperador. Se le adjudica también la introducción en China de la agricultura. Hombre de intelecto increíblemente vasto, Fu Hsi extrajo del universo un modelo matemático perfecto, completo en todas sus condiciones y elementos. Tal modelo es formado por 64 figuras de seis líneas conocidas por los chinos como Kua. Cuenta aún la leyenda que Fu Hsi vio tales líneas por vez primera en el caparazón de una tortuga.

Para dar forma a los 64 hexagramas del I Ching, Fu Hsi analizó las variaciones y movimientos del universo, sus interrelaciones y las regularidades que tales fenómenos presentaban. A través de la comprensión de las leyes que regían dichas regularidades Fu Hsi llegó al origen de aquello que en occidente denominamos Destino. De esta forma los hexagramas de Fu Hsi representan lo que Jung llamaría de arquetipos cósmicos, y simbolizan las situaciones posibles de la vida humana entre el Cielo y la Tierra. Ellos forman el repertorio de los estados de transformación del Yin y del Yang, las circunstancias en las cuales estos imprimen sus diferencias y movimientos; nos explican cómo, y con qué intensidad, esos dos principios están en armonía o en conflicto, y cómo ellos se transforman uno al otro, pues interdependencia es la palabra clave del I Ching

Así, ese sistema, compuesto exclusivamente por los sesenta y cuatro Hexagramas, representa una armonía operacional, la gramática de una lengua de 4096 signos (64 X 64). Un lenguaje que nos permite reconocer las normas universales, recoger la energía del Chi y actuar de acuerdo a ésta.  

DESARROLLO HISTÓRICO

La escritura no existía en los tiempos de Fu Hsi. Sus conocimientos y descubrimientos fueron transmitidos de generación en generación, por un período de más de diez siglos. En la época que surge la escritura en China, recibieron su primera versión documental. Pasaron más de dos mil años y durante ese tiempo tales conocimientos, ya denominados I Ching, florecieron.  


En el siglo XII AC reinó en la China el tirano Chou Shin, el último Emperador de la dinastía Shang. Chou Shin fue un gobernante despótico y cruel. En esa época también vivió un hombre llamado Wên, un erudito estudioso del I Ching, que gobernaba una pequeña provincia en área remota en el oeste de la China. Wên regía su gobierno por los principios del I Ching y era amado y respetado. Cuando el pueblo finalmente se rebeló contra el tirano Chou Shin, Wên fue llamado a liderar la insurrección, quien rehusó alegando la necesidad de actuar en el marco de las leyes. Chou Shin, temeroso del prestigio e influencia de Wên, mandó hacerlo prisionero. Este último, encarcelado, se mantuvo con vida gracias a su gran popularidad. 
Durante el año de 1143 AC en que estuvo confinado, Wên se dedicó al uso y estudio del I Ching. En ese entonces existían dos versiones del I Ching - Lien Sah y Gai Tsen. Durante su reclusión Wên reinterpretó los nombres de los Kua y otras partes del libro. Él también cambió el orden de los Kua establecido por Fu Hsi, dándoles el ordenamiento vigente en la actualidad.  En 1122 A.c., el hijo mayor de Wên, Yu, después de denunciar públicamente al Emperador Chou Shin, se rebeló y depuso al tirano, tornándose rey. El nuevo monarca, para honrar a su padre, lo homenajeó con el título honorífico de Rey. De esta forma, Wên pasó a la historia como Rey Wên, pese a nunca haberlo sido de hecho. 


Yu murió pocos años después de tornarse rey, dejando en el trono a su hijo de trece años. El inexperto joven era obviamente incapaz de gobernar, de modo que el hijo menor de Wên, de nombre Tan y conocido como Duque Chou, gobernó en su lugar. Tan, iniciado por su padre en el uso del I Ching, interpretó y registró durante su reinado el significado de las líneas individuales del I Ching. 
Era el año 1109 A.c. cuando el I Ching cobró la forma bajo la cual se lo conoce hoy en día. La eficiencia del reinado de Wên y sus hijos fue tan grande que lanzó las bases para la fundación de su dinastía (Chou), que duró 800 años, siendo la más larga y prolífica de la historia de China. El Rey Wên es el marco entre el mito (Fu Shi) y la historia en el I Ching. 


Siglos más tarde (VI A.c.), Confucio entra en contacto con el I Ching. A él se le atribuye la frase: "Si tuviera yo algunos años más de vida los dedicaría al estudio del I Ching, y podría así escapar de muchos y enormes errores".
Se cuenta que Confucio, usuario frecuente del gran libro, tan sólo una vez reconoció un error de juicio en el oráculo: el libro señalaba al filosofo una falla de carácter que él era incapaz de reconocer. El sabio Confucio vivió en la China feudal (550-428 A.c.), y más allá de sus colaboraciones en libros clásicos como el I Ching, dejó obras que llegaron hasta nuestra época. Entre las más conocidas están Los Analectos, La Gran Ciencia y la Doctrina de la Medianía. Confucio escribió muchos comentarios al I Ching, hoy reproducidos en otros volúmenes. Tales trabajos, hoy conocidos como las "Diez alas", son considerados como parte integrante del libro.  

En 213 A.c., el emperador Huang Ti, famoso por haber sido el constructor de la Gran Muralla, ordenó una gran quema de libros. Toda la antigua literatura fue incinerada. Fueron eximidos del fuego únicamente los libros oraculares, los de medicina y agricultura. De esta forma, el I Ching, considerado un clásico oracular, quedó a salvo, llegando al presente como el libro más antiguo conocido por la humanidad.